Las baterías de fibra de carbono son una de las últimas novedades en las que está trabajando la industria, y que podría cambiar por completo la implantación de los vehículos eléctricos de una manera mucho más eficiente en todos los sentidos.
Sinonus, una startup de origen sueco, está trabajando en unas fibras de carbono especiales que se usarían como electrodo de las baterías. Sería un nuevo uso de un elemento que está bastante extendido en nuestro día a día, cada vez más, pero lo importante es que gracias a él se podrían fabricar baterías mucho más ligeras.
Esa es la principal ventaja que ofrecerían las baterías de fibra de carbono. Ya no se necesitarían pesadas baterías con las denominadas “tierras raras”, y su sistema sería mucho más eficiente en todos los sentidos.
De hecho, el CEO de Sinonus, Markus Zetterstrom, ha reconocido que las aplicaciones de las baterías de fibra de carbono irán mucho más lejos de lo que se está empleando actualmente.
En estos momentos se emplea en reemplazar pequeñas baterías AAA, pero se ha constatado que sus aplicaciones a gran escala, empezando por ordenadores y drones y llegando hasta aviones, podría ser factible.
¿Cómo funcionan las baterías de fibra de carbono?
La gran ventaja de estas baterías de fibra de carbono es que no solamente se encargarían de acumular la energía, sino que además, y esto es la parte más importante, podrían emplearse como parte estructurales de los vehículos. Es decir, en lugar de tener que alojar una batería en alguna parte concreta de la moto (o el vehículo en cuestión) diferentes partes de la moto como el chasis, la carrocería… Podrían ser las propias baterías.
Gracias a ello, lo que se conseguiría no es tanto aumentar la capacidad de las baterías, sino reducir el peso del conjunto, tal como demuestran los experimentos llevados a cabo por la Universidad Tecnológica de Chalmers. Sus estudios han concluido que el uso de baterías de fibra de carbono como elementos estructurales podrían aumentar la autonomía en un 70% gracias a la mejora en pesos.
Y todavía hay más y es que estas baterías, como decíamos, desechan la necesidad de empleo no solo de “tierras raras”, sino de otro tipo de sustancias volátiles, por lo que serían mucho más estables y menos propensas a los incendios.
Y eso por no hablar que tanto su elaboración como reciclaje serían mucho menos perjudiciales para el medio ambiente. Lo cierto es que suena demasiado bonito como para ser cierto, pero si lo es estamos ante la gran revolución en la baterías que estábamos esperando.