Solo los que tenemos la misma enfermedad por todo aquello que desprende olor a gasolina, podemos entender la pasión que empujó a Paul Sagaser a llegar a tener más de 300 vehículos esparcidos por las instalaciones de su propiedad al sur de Epping, en Dakota del Norte. Lo que comúnmente se denomina en el argot médico síndrome de Diógenes, los amantes al mundo del motor lo conocemos como ser un petrolhead de manual.
- Te puede interesar: A subasta la mayor colección de motos de competición Yamaha del Reino Unido
Paul Sagaser, el petrolhead que todos soñamos ser
Según se detalla en el texto descriptivo de la «Colección Sagaser», Paul se dedicó de lleno a la búsqueda de petróleo y gas para varias compañías estadounidenses del sector. Pero no solo buscaba petróleo para sus clientes, sino que su trabajo le brindaba la oportunidad perfecta para encontrar joyas automotrices.
A lo largo de más de tres décadas compaginó su labor profesional con su pasión, los automóviles clásicos. Mientras que recorría miles de kilómetros en busca de nuevos pozos petrolíferos o gaseoducto, también se dedicaba a comprar joyas escondidas en graneros, parcelas o granjas de las zonas que iba visitando.
Según parece, «a Paul le gustaba especialmente buscar en invierno, porque esos autos viejos eran joyas, esperando a que un buen cazador de rocas los recogiera y los añadiera a su colección.» Además, sentía debilidad por los MOPAR (acrónimo de motor y parts). Buscaba automóviles de las marcas Plymouth, Dodge y Chrysler, incluso modelos de principios de la década de 1930.
Todos ellos eran llevados hasta la granja que compartía con su familia al sur de Epping, Dakota del Norte. Allí eran ordenados en los solares colindantes por modelo y año, quedando a la espera de una futura restauración. De hecho, se explica que «Paul nunca quiso que nada se desguazara y rescataba coches. ¡Eso es historia! Los Sagaser abrieron un taller de restauración, y los chicos ayudaron y aprendieron de su padre el amor por los coches antiguos.»
Este «Campo de Sueños», como él llamaba a su colección, fue haciéndose cada vez más grande, logrando dar vida nuevamente a algunos de los cadáveres mecánicos que allí parecían haber encontrado su lugar de responso eterno. Incluso el lugar se convirtió en objetivo de curiosos y amantes de esa mima pasión que atesoraba Sagaser y su familia. Además, llevaron parte de la colección, durante años, a diversas exposiciones, convirtiéndose en un conocido coleccionista entre los aficionados de la zona.
La mala suerte quiso que en julio de 2018 Paul falleciera en un trágico accidente cuando regresaba de una reunión del Club al que pertenecía, a los mandos de su Harley-Davidson. Al parecer se cayó de su moto cuando intentaba atravesar las vías del tren de un paso a nivel, con la mala suerte de que la rueda delantera quedó atascada entre la propia vía y una de las traviesas.
Sagaser intentó por todos los medios sacar la moto de allí, sin percatarse de que un tren se acercaba peligrosamente hasta el lugar, siendo finalmente atropellados él y su moto por este. Si eso no es amor por las dos ruedas, que baje Dios y lo vea. Paul murió, literalmente, por intentar salvar su moto. Una historia a la par de trágica, qué emotiva.
Casi 7 años después de aquel fatídico día, la casa de subastas VanDerBrink Auctions, a petición de la familia de Sagaser, intentará buscarle un nuevo hogar a la ingente cantidad de vehículos, repuestos y alguna motocicleta, entre las que se incluye una H-D1340 FLHS Electra Glide de finales de los 80 personalizadas que durante décadas coleccionó su propietario hasta poco antes de fallecer.
Será el próximo 7 de junio y para poder optar a alguno de los vehículos que componen el lote de la Colección Sagaser, podéis hacerlo pinchando este enlace.