Desde hace ya muchos años, la mayoría de motos de calle emplean motores de cuatro tiempos, un concepto totalmente diferente al de los humeantes motores de dos tiempos y con un comportamiento claramente diferente.
Mientras que un motor de cuatro tiempos “empuja” desde muy bajas revoluciones, los motores de 2 tiempos están casi vacíos en ese primer rango. Es decir, con un motor cuatro tiempos se puede salir tranquilo, acelerar y la moto responde con alegría. Esto es totalmente diferente en las explosivas mecánicas de dos tiempos. Para que un motor de dos tiempos saque a relucir su potencial, tiene que estar en el rango de revoluciones óptimo. Es decir, que la entrega de potencia se produce a un régimen de giro más alto que en una cuatro tiempos.
Si no es así, la sensación es la de que la moto no anda, que está rota. Esto es lo que nos ha transmitido nuestro amigo Quique, que nos insiste en que la moto no funciona correctamente y que incluso da la sensación de que se ahoga. La solución a esto es sencilla, para poder disfrutar y sacar el partido a una mecánica de dos tiempos, hay que llevarla alegre, subiendo el régimen de giro del motor. Es el único truco.
Si un motor de dos tiempos no está en su rango óptimo de funcionamiento, da la sensación de falta de potencia. Pero cuando llega a las revoluciones oportunas, se convierte en un misil tierra-tierra.
No hay que olvidar, que las últimas Aprilia RS 125 de 2T, muy penalizadas por las normativas de contaminación, ofrecían en torno a los 30 CV de potencia para un peso en seco, según declaraba la marca italiana de 125 kg. Aún así, el rendimiento de estos motores en su punto álgido y la capacidad de su chasis para entrar en las curvas han sido una gran escuela de aprendizaje para infinidad de usuarios en su primer contacto con las motos deportivas.