Aunque España cuenta con grandes recursos energéticos, el sistema implantado actualmente en nuestro país hace que la dependencia de los combustibles fósiles sea aún muy elevada. Esta situación es aún más clara en el sector de la automoción, donde a duras penas se están introduciendo vehículos eléctricos y la solución “alternativa” más aceptada por el momento es la de los vehículos híbridos, que siguen teniendo una gran dependencia del combustible y cuya gran virtud es el ahorro en su consumo respecto a otros vehículos. Todo esto significa que España acusa en su economía cada una de las subidas que sufre el combustible, más aún cuando se alcanzan máximos como el de la semana pasada, cuando se ha alcanzado el precio máximo en gasolina y diésel de los últimos quince meses.
Según los datos que recoge el Boletín Petrolero de la Unión Europa y de los que se ha hecho eco Europa Press, el precio de la gasolina durante el puente de la Constitución e Inmaculada, se situó en 1,202 euros/litro de media. Esto supone pasar el umbral del euro con veinte de media y un incremento de un 1,5% respecto a la semana previa al puente.
El gasóleo, más barato que la gasolina, también ha sufrido un incremento notable, concretamente de un 1,8 % para colocarse en 1,089 euros por litro.
Con esta nueva situación, desde que arrancase el año, la gasolina es un 6,1% más cara y el gasoil un 13%. Si se compara con el mismo periodo del año pasado, la crecida es menos drástica y se sitúa en un 3,4% en ambos combustibles.
Sobre los motivos que han llevado al encarecimiento de la gasolina y el gasóleo, se encuentra la demanda durante el periodo de puente y más a largo plazo la decisión de la OPEP de reducir la producción de petróleo, algo que sucede por primera vez desde 2008. Esta decisión ha propiciado que el precio del barril Brent, el referente en Europa, se sitúe en 54,2 dólares.
España es, actualmente, el segundo país de la Unión Europea en cuanto a precio de gasolina antes de impuestos se refiere, únicamente superado por Dinamarca. Aún así, la menor presión fiscal existente sobre combustibles que en el resto de países de la UE hace que el producto final sea inferior a la media de la denominada Zona Euro y también en la UE, situado en 1,340 euros y en 1,375 euros respectivamente.
