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Grandes carreras… y piques de la hª de la velocidad (II): Rainey vs. Schwantz

Fotos: daidegas.it
Continuamos nuestro especial con dos americanos ilustres, campeones del mundo de 500 cc. Wayne Rainey y Kevin Schwantz estuvieron picados desde que corrían el AMA Superbike a mediados de los '80, con el GP de Hockenheim 1991 en la memoria colectiva.

1991 fue una temporada prolífica en duelos a límite de la adherencia, con Kevin Schwantz y Wayne Rainey como grandes animadores. Una verdadera época dorada del motociclismo de velocidad si tenemos en cuenta que al elenco de grandiosos pilotos que coincidieron en pista hay que sumarle el protagonismo de unas aterradoras bestias de 500 cc y 2 tiempos. Había que ser muy bueno o estar muy loco no para dominarlas, sino para tener una mera ilusión de que se dominaba a esas máquinas.

Para recordar los mejores duelos de Rainey y Schwantz en 1991 nos podríamos trasladar a Donington Park o a Suzuka. En el trazado japonés ya se habían tirado 15 vueltas adelantándose constantemente el uno al otro dos años antes, y lo volverían a hacer dos años después. En realidad, Rainey y Schwantz se tiraron seis años adelantándose constantemente, que son los que coincidieron en el Mundial, aunque el balance de tres títulos para Rainey y uno para Schwantz deja claro cual de los dos resultó el vencedor definitivo de la gran guerra.

Sin embargo, un clásico entre los clásicos de 1991 es la carrera de Hockenheim, un trazado rapidísimo que, ya desde las sesiones de entrenamientos, se había mostrado como un verdadero devorador de neumáticos. Precisamente el neumático trasero descolgó a Doohan en esa carrera de la lucha por la victoria a pocas vueltas del final, dejando vía libre a otra de las batallas al límite de los dos grandes rivales norteamericanos.

Pero si Hockenheim es un clásico entre los clásicos, lo es porque Schwantz nos dejó grabada en la retina una de las frenadas más salvajes de la historia de esta deporte. Ya en la última vuelta del Gran Premio, Schwantz había superado al de Yamaha en Ostkurve, aunque Rainey le cogió el rebufo y lo volvió a superar en la recta. Schwantz cambió entonces bruscamente de dirección y cuando presionó los frenos su rueda trasera comenzó a saltar y a derrapar sin aparente control. Apenas unos centímetros antes de inclinar la moto fueron suficientes para que Schwantz se apoderara de la línea interior y aguantara la posición durante cuatro curvas más antes de cruzar la meta primero, a 0.016 segundos de Rainey.

Lo más surrealista del caso es que, para Schwantz, la épica frenada fue simplemente una maniobra para evitar un accidente: “Me sorprendió frenando muy pronto, y tuve que cambiar de dirección de esa manera para evitar el contacto”. Rainey lo vivió de manera muy diferente: «Es como Schwantz acostumbraba a pilotar. Le tuve que dejar espacio. De otra manera me hubiera sacado de la pista».

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