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El futuro de las baterías eléctricas ¡podría estar en los tomates!

Una solución sostenible que se está estudiando
Que los vehículos eléctricos sean cada día más respetuosos supone diferentes desafíos. Uno de ellos es el de la generación de baterías tal como las conocemos hoy, especialmente cuando estas tengan una demanda muy superior a la actual. Por eso hay experimentos en marcha y, algunos, son muy sorprendentes.

Si tienes un huerto y cultivas tomates, quizás pienses que estás repitiendo un proceso antiguo y que lleva realizándose desde hace siglos, y no te equivocas. Pero también podrías estar formando parte de una élite vanguardista que quiere cambiar para bien el mundo y solucionar los problemas que, a día de hoy, tienen las baterías que se emplean en la automoción. Sí, como lo lees, detrás de los tomates podría estar la clave para conseguir baterías más sostenibles en todos los sentidos.

Actualmente, para poder crear una batería de automóvil, y también de muchos otros aparatos que nos rodean, se recurre a materiales que son finitos en nuestro planeta. Son las denominadas como tierras raras y las reservas mundiales podrían agotarse durante la próxima década. Es decir, el futuro de la automoción eléctrica estaría necesitado de alternativas para poder existir, puesto que incluso el reciclado de los materiales de las baterías tienen unos ciclos máximos.

Así, tal como recogen los compañeros de El País, hay toda una legión de científicos buscando soluciones que, además, sean sostenibles. Y es por ese motivo que los investigadores están tirando tanto de conocimientos como de curiosidad, en forma de investigación para dar con materiales que pudieran sustituir de manera eficiente, ecológica y económica al litio, el cobalto o el grafito.

Eficaces, ecológicas y económicas, así deben ser las baterías del futuro

Ya se ha probado con diferentes materiales como los caparazones de crustáceos, que serían el sustituto del litio. Pero ahora es el tomate el que se pone en el centro de la investigación gracias a sus propiedades. La Universidad Estatal de Pensilvania ha sido capaz de emplear los desechos orgánicos que no estaban en condiciones de ser consumidos, para fabricar las celdas electroquímicas, en este caso biológicas.

Como decimos, lo revolucionario no solamente es el hecho de que se empleen soluciones naturales, sino que además es una manera perfecta de aprovechar los desperdicios, puesto que emplean cáscaras de tomate, pero también mazorcas de maíz o algodón. Gracias a las bacterias, la materia orgánica se empieza a descomponer y a oxidar. Es entonces cuando libera electrones que son capturados y pasan a ser fuente de electricidad. El tomate cuenta con una ventaja y es que el licopeno, un pigmento caroteno, que es buen mediador para las cargas.

Por ahora han demostrado que 10 miligramos de residuos de tomate son capaces de generar 0.3 vatios. Es poca potencia, pero los científicos piensan que podrían escalar sin problema el esquema para lograr más potencia. Ahora solo nos queda esperar los próximos avances que, sin duda, pueden suponer un giro en la fabricación de baterías.

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