Las tradiciones no son algo que surja de la noche a la mañana. Si no, más bien, una repetición que se extiende en el tiempo hasta que termina siendo algo completamente habitual y esperado. Dicho esto, parece que el Dirt Quake está convirtiéndose en una tradición. Con la celebrada esta semana pasada son cuatro las ediciones del evento de dirt track más demente que uno puede encontrar en Europa.
Organizado por SideBurn en la localidad inglesa de King’s Lynn, durante todo un fin de semana se vive una auténtica fiesta en torno a un óvalo. En el Adrian Flux Arena, pilotos y aficionados de diferentes nacionalidades se dan cita todos los veranos para vivir el momento más “chanante” del año.
Quizás lo más llamativo del Dirt Quake son las carreras protagonizadas por motos que jamás fueron pensadas para pisar la tierra, y muchísimo menos, para competir sobre un óvalo. Deportivas, chopper, scooters… y muchas de ellas con fantásticas o aberrantes (según el gusto) modificaciones. El fin, en este caso, justifica los medios y en esta fiesta consiste en pasarlo bien y ser estrafalario. Muestra de ello es que la mayoría de los dorsales de las motos son platos de usar y tirar pintados y amarrados como buenamente se puede.
Pero no todo consiste en carreras “freaks”, el primer día del evento tienen lugar las carreras de verdad de DTRA, en las que se pueden ver motos de dirt track haciendo dirt track sobre un óvalo de dirt track, algo que no vuelve a verse en el resto del festival en el que la música, las exhibiciones, el alcohol y, por encima de todo, la diversión son elementos imprescindibles.
La edición de esta temporada ha estado protagonizada por el polifacético Guy Martin, que se apuntó a correr con una chopper ,y por la instalación de un auténtico “muro de la muerte” en el que se han podido ver a especialistas desafiando a la gravedad con un muro de madera y gas en el puño derecho.
