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Desde el océano de Viñas a un mar de Olivares

Fotos: SMN
Os proponemos una ruta que transita por la primera franja Sur de la Península Ibérica, y que, en un recorrido relativamente corto, nos muestra lo privilegiados que somos al vivir en un microcontinente, donde en apenas 100 kms de línea recta, cambia el paisaje, la orografía, los colores, el clima, la cocina, los vinos, los quesos y hasta el carácter de sus habitantes.

La ruta

A la hora de diseñar esta ruta, teniendo como protagonista central la Sierra de Cazorla, pensamos hacer en un principio el camino que ciñe un bucle completo sobre su parque natural. Sin embargo, al comprobar que el paisaje se repite a lo largo de muchos, muchos kilómetros, y que así mismo la carretera y su trazado mantienen también una tónica casi idéntica, decidimos evitar una monotonía más que probable e ir en busca de otro parque natural con una esencia diferente. De esa forma fue cómo atravesamos la Sierra de Cazorla e incorporamos después el paso por la reserva de Montoro–Cardeña, para componer finalmente una ruta que, más o menos, dibuja una U sobre el plano. Así el sentido reversible que caracteriza a todo camino, se hace más evidente en este caso, eligiendo entrar por la puerta de Villanueva de los Infantes, como hicimos nosotros mismos, o por la de Puertollano, con ambos puntos a una distancia muy semejante desde Madrid: 225 por 235 kilómetros.

Finalmente nos quedó un recorrido total de 425 km para atravesar un océano de viñas, pasar por un erial de peñas y chaparros, cruzar una gran reserva de la biosfera, navegar por un mar de olivos y acabar transitando por un auténtico paraíso de la cinegética en el que pudimos pernoctar en dos de los alojamientos de Ruralka On Road.

Pero antes de colocarnos sobre su punto de partida y arrancar con la ruta propiamente dicha, podemos repostar en la gasolinera Shell de Valdepeñas (AUTOVIA A-4 km 191,536), abierta 24 horas y viniendo muy a mano, justo al abandonar la A-4, que será la autovía de conexión a nuestra ruta, tanto si venimos desde el Sur, como si lo hacemos desde Madrid.

Villanueva de los Infantes, un lugar de La Mancha...

Mis oídos aún tiernos, en esa edad en la que la mente es tan impresionable, escuchaban la voz de mi abuelo decir: “En La Mancha, todo son viñas. Todo lo que alcanza la vista son viñas”. Y mi imaginación de crío trataba de abarcar un mar de cepas y de uva dispuesto en una formación que se antojaba infinita. Así es La Mancha, efectivamente, y así se siente también tras el manillar de la moto: viñas y viñas hasta donde alcanza nuestra mirada. Y en un lugar de ese océano vinícola, se alza un rincón emblemático donde los haya, inmortalizado por Miguel De Cervantes en la obra de la literatura más leída, al parecer, después de las Sagradas Escrituras.

“En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”. Efectivamente, hace algunos años se señaló a Villanueva de Los Infantes como ese lugar de la comarca más grande de España desde el que arrancaron las andanzas y aventuras del hidalgo más universal de la literatura. Allí, donde también Don Fancisco de Quevedo y Villegas pasó sus últimos días y escribió sus últimas composiciones sobre la mesa que aún se conserva tal y como sirvió de escritorio al ilustre amanuense. Villanueva de Los Infantes, villa monumental en sí misma, ofrece además al visitante su espectacular Plaza Mayor, con la joya inédita que constituye la Iglesia de San Andrés Apostol, edificada en piedra rosada.

En detalle

Tramo 1: Villanueva de Los Infantes -Villamanrique

Distancia: 37,6 km Trazado: Muy rápido, escasas curvas. Firme: Muy bueno, ancho y con arcén. Agarre: 7 en seco / 6 supuesto en mojado.

Esa inmensa formación de viñas que ha protagonizado absolutamente todo el paisaje, y que hemos tenido que cruzar forzosamente para colocarnos sobre el punto de partida, va dejando paso muy poco a poco a otro panorama en el que una tierra mucho más pobre marca los tonos y también los contrastes del terreno, mientras la carretera continúa con ese trazado simplón que invita al motorista a vivir el placer de dejarse arrastrar por una misteriosa gravedad que siempre, por alguna extraña razón, nos lleva hacia el Sur.

Tramo 2: Villamanrique – Albadalejo

Distancia: 25 km Trazado: Muy rápido / Curvas a partir de Terriches. Firme: Excelente, ancho y con arcén. Agarre: 6 en seco / 5 supuesto en mojado.

En este tramo las viñas han desaparecido, prácticamente, para que las cuadrículas claras de los rastrojos se alternen con los barbechos y su tierra herida con el vivo sangrado que el arado del hombre ha arrancado al suelo. Y entre las cuadrículas que dibujan un plano desde el cielo como un crucigrama a medio hacer, los terrenos baldíos se abren formando el hábitat perfecto de la perdiz.

Al llegar a Alvadalejo, giramos a la derecha para encarar el rumbo hacia el Sur por la CM- 3127; aunque el trazado de la ruta continúa con su tónica monótona hasta llegar a la localidad de Terriches; allí un grupo de curvas animan la conducción, llevándonos a despertar verdaderamente nuestros reflejos, aún adormilados después de la salida.

Tramo 3: Alvadalejo – N-322

Distancia: 25 km Trazado: Rápido. 8 m de ancho sin arcén. Firme: Muy bueno / Protecciones motoristas. Agarre: 7 seco / 6 supuesto mojado.

Los olivos han ido apareciendo hasta apoderarse del paisaje y flanquear todo nuestro paso, mientras que en el fondo, la silueta de la Sierra recorta con su majestuosidad el horizonte. Pero 3 km después (km 65 de la CM- 3127), la ruta se sumerge en el terreno para que la carretera se retuerza hasta cruzar el río Guadalema y entrar en Andalucía por la provincia de Jaén, con un notable cambio de asfalto y de firme a mejor. Los marcados peraltes y un agarre de 8 en seco y un supuesto 7 en mojado no sólo resultan de agradecer, sino que invitan a dejarnos llevar por una conducción más animada con la protección de la doble bionda en los exteriores. Este tramo comprende 5 km realmente divertidos hasta alcanzar el cruce con la N-322.|Y en lo que al paisaje se refiere, los olivos han desaparecido al iniciar la bajada, para que el panorama nos muestre una extensión de chaparros alternados con las grandes peñas que emergen de la tierra.» imagen=»curvas_peligrosas» />

En Montoro podemos encontrar grandes olivares

Tramo 4: N- 322 – La Puerta de Segura

Distancia: 26 km Trazado: Muy rápido. Ancho con arcén Firme: Excelente Agarre: 7 seco / 6 mojado (comprobado).

Poco hay que decir sobre este tramo, que constituye un mero trámite en nuestro viaje y en el que la sierra va tomando cada vez más protagonismo, anunciándose desde el fondo hasta ir cubriendo poco a poco todo nuestro horizonte. Mientras, los chaparros continúan desperdigados por el paisaje para saludar nuestro paso entre las peñas que se clavan sobre una tierra en la que podemos ver diseminados los minúsculos olivares que el hombre ha logrado cultivar, apurando los escasos espacios ignorados por las piedras y por las dobleces del terreno.

Tramo 5: La Puerta de Segura – Cortijos Nuevos

Distancia: 15,6 km Trazado: Mixto Firme: Excelente. Agarre: 7 seco/ 6 en mojado (comprobado).

Al paso por La Puerta de Segura, la carretera se estrecha, ofreciendo una manga de unos 8 metros, para que apenas 4 kilómetros después, cambiemos a la A-317. A partir de ahí, la ruta se dobla y se redobla para elevarse sobre el terreno, ofreciéndonos el paso por unas curvas que amenizarán nuestra conducción (Señal de Curvas enlazadas), después de la cierta monotonía que hemos vivido a lo largo de los últimos kilómetros; tanto es así, que puede atrapar nuestra atención, probablemente, sin que nos demos cuenta de que la orografía comienza a elevarse en el frente, haciéndose inminente su presencia.» imagen=»curvas_peligrosas» />

Tramo 6: Cortijos Nuevos – Cruce A-319

Distancia 4 km Trazado: Muy revirado con peraltes. Anchura media. Firme: Excelente Agarre: 7 en seco / 5,5 en mojado (comprobado).

Podemos decir de Cortijos Nuevos que es la puerta norte de Cazorla y con una gasolinera a tener en cuenta para repostar antes de internarnos en el parque natural. Siguiendo la ruta, apenas tocaremos una rotonda, para salir bajando del pueblo, sin dejar la A-317, y comenzar a atravesar un paraje que se hace más y más frondoso por momentos, manteniéndonos en una calzada de unos 8 metros, hasta que a 4 km y medio salga a nuestra derecha el cruce de la A-319.

Tramo 7: Cruce A-319 – Coto-Ríos

Distancia 32,4 km Trazado: Muy revirado con peraltes Firme: Excelente Agarre: 7 en seco / 5,5 en mojado (comprobado).

A partir de este punto, nos adentramos verdaderamente en el Parque de Cazorla, que mantendrá un paisaje más o menos uniforme a lo largo de 70 kilómetros, lo mismo ocurrirá con la carretera, con el trazado retorcido, la estrechez de apenas 5 metros, sin marcar la división de los dos sentidos, y con el mismo firme, excelente, sin una sola arruga y pasando sobre buenos peraltes. Es este tramo encontraremos diferentes puntos en los que merece la pena parar a tomar fotografías.

Las aguas del Pantano del Tranco harán su aparición por nuestra izquierda cuando menos lo esperemos para poner su nota cromática y formar la postal definitiva del paraje, en una armonía espectacular, prácticamente, en cualquier época del año. Todo el recorrido constituye un verdadero placer contemplativo sobre una carretera que se ve flanqueada por coníferas de tres variedades, que se van distribuyendo con la propia altitud que toma la sierra. También hacen su aparición aleatoria los cipreses y los chopos populus nigra, el tono pardo de las encinas y de los robles y desde luego el rojo encendido, tan llamativo, que aportan los arces Montpellier.

Pantano de la Sierra de Cazorla

Tramo 8: Coto-Ríos – Cazorla

Distancia 47 km Trazado: Muy revirado con peraltes Firme: Excelente Agarre: 8 en seco / 6,5 en mojado (comprobado)

En este tramo, el asfalto marca una excepción, porque, a partir del km 57 de la A-319, cambia radicalmente a un compuesto con más alquitrán, que ofrece un grip en seco algo superior, pero con una mejora en mojado mucho más notable.

Importante advertir que sólo hay una gasolinera desde Cortijos Nuevos hasta Cazorla, situada en el km 45; e importante, también, es señalar la población de Arroyo Frío. Este núcleo se sitúa a 31 km de Coto-Ríos y nos sale al paso con un muestrario de bares y restaurantes, incluyendo además un supermercado. Y 5 km después, ascenderemos las primeras rampas del Puerto de Maspalomas (1.200 m), con una subida acotada por mojones de piedra, como en las carreteras de antes, y una pendiente que anima aun más la conducción. Un kilómetro antes de coronar, lo mismo que en la propia cima del puerto, podemos detenernos a disfrutar de dos espectaculares panorámicas.» imagen=»curvas_peligrosas» />

Ya en la bajada, varias revueltas retuercen el trazado, y el paso de alguna ardilla, o más peligroso aun, de alguna cabra hispánica (desconoce un servidor si salvaje o no: No se lo preguntó) pueden cruzarse en nuestro camino. También en plena bajada, alcanzamos el cruce con la carretera de acceso al Parador Nacional. Al llegar a un núcleo de casas, sin acabar aún el descenso, la calzada se ensancha para seguir bajando y dejarnos poco después en La Iruela, con un recibimiento espectacular formado por el risco imponente que coronan las ruinas de un castillo medieval.»

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Tramo 9: Cazorla – Linares

Distancia 106 km Trazado: Rápido y amplio Firme: Excelente Agarre: 6 en seco / 5 en mojado (comprobado)

Apenas a un kilómetro, divisaremos las primeras casas de Cazorla, pudiendo bordearla por un desvío que desciende repentinamente a nuestra derecha. Al salir de la población, es interesante detenerse en una de las grandes explanadas que aparecen a nuestra izquierda para volver la vista atrás, y contemplar desde allí una perspectiva única con la población que da nombre a la sierra enmarcada por la ladera de un cerro encrespado. Sin duda, otro punto donde detenerse a tomar una instantánea.

No dejamos la A-319, aunque a partir de este punto ensancha aun más la calzada y abre el trazado para hacerlo muy rápido y convertir la ruta desde este punto y hasta Montoro en un largo tramo de trámite.

Vuelve el océano de olivos, llenando las ondulaciones del terreno con sus características formaciones castrenses.

Tramo 10: Linares – Montoro

Distancia 77.5 km Trazado: Autovía – Rápido Firme: Excelente Agarre: 8 en seco / 6,5 en mojado (comprobado)

Y si hasta aquí representaba un trámite la A-319, a partir de este punto, la carretera se transforma en autovía para empalmar con la A-4 y llegar con ella hasta Montoro. Sobre la base del Guadalquivir se levanta la espectacular estampa de este pueblo elevado por encima de sus aguas que, con su color terrizo, corrían por el cauce, al menos en el momento de recoger la foto testimonial. Cruzamos el puente, romano y de piedra rosada, para tomar la dirección de Villa del Río por una carretera muy estrecha y sin señalizar, pero de impecable firme, ofreciendo un buen agarre y mejores peraltes, sobre un trazado que se retuerce y nos exige toda la concentración para tirar la moto, literalmente, a izquierda y derecha. De esta manera, la carretera da un tajo sobre el olivar más inmenso de la piel de toro, para que a 8 kilómetros lleguemos a nuestro segundo punto de descanso.

El Guadalquivir a su paso por Montoro

Tramo 11: Montoro – Cardeña

Distancia: 10 km Trazado: Muy revirado y muy estrecho Firme: Excelente Agarre: 8 seco / 6.5 comprobado en mojado.

Arrancamos con un tramo de 5 kilómetros muy revirados en subida, con una calzada muy estrecha, pero de firme excelente, lo mismo que su agarre de 8 en seco y unos peraltes de magnífica acogida.

Tomamos la N-420 con dirección a Puertollano, pero deberemos de ir muy atentos, porque aparecerá de inmediato el desvío a la CO-5101, con esa única indicación, la del código de la carretera. Este desvío no está registrado en Google Maps. La ruta podría seguir igualmente por la nacional, pero no transmite las mismas sensaciones que navegar entre los olivos a lo largo de esta carretera estrecha , en la que debemos de ir muy atentos al cruce con cualquier tractor, todo terreno de labor o al encuentro con los perros sueltos y de vida pachona, que nos miran indiferentes mientras los dejamos allí, estáticos frente a la puerta de cada finca, como esculturas perfiladas por el propio paisaje.» imagen=»curvas_peligrosas» />

Tramo 12: Montoro – Cardeña

Distancia: 10 km Trazado: Muy revirado y muy estrecho Firme: Excelente Agarre: 8 seco / 6.5 comprobado en mojado

Después de 10 kilómetros y sin abandonar la CO-5101, la aceituna da paso a un gran chaparral, para entrar de lleno en el Parque Natural de La Sierra de Cardeña y de Montoro.

La carretera, con apenas 4 metros de ancho, se presenta como una magnífica invitación a la conducción, con continuos peraltes y un asfalto intachable sobre un firme de lujo, que se extiende como una moqueta negra entre la inmensidad de los chaparros hacinados que cubren el parque; aunque lo más que alcanza la vista son 20 o 30 metros, y hay que contener el ímpetu deportivo que nos llevaría a pilotar al estilo supermotard, en segunda y tercera, en previsión de cualquier eventualidad que llegue en sentido contrario.

Estamos en el corazón del mundo cinegético, donde ingenuos venados saludan nuestro paso tras las alambradas que evitan su irrupción en la carretera con una de las caprichosas galopadas que tenemos el privilegio de contemplar desde la propia moto. Si nos detenemos, sentiremos el silencio que rompen algunos disparos lejanos para trasladarnos al cine de Saura o a la novela de Miguel Delibes, obras que tienen a las monterías como fondo y complemento circunstancial.

20 kilómetros después de salir de Montoro, la ruta se eleva para tomar una altura casi aérea sobre el encinar, un paraje ideal para detenernos a contemplar el espectáculo y llenar el pecho con unas preciadas bocanadas del aire más puro.

Tramo 13: Cardeña-Puertollano

Como siempre, Shell nos ayuda a hacer realidad nuestras rutas

Distancia: 75 km Trazado: Amplio, con curvas rápidas, doble bionda. Agarre: 8 en seco / 7 comprobado en mojado.

Dos kilómetros antes de Cardeña, la CO-5101 desemboca de nuevo la N-420 para ir saliendo poco a poco del parque natural. Así nos encontramos con una carretera en la que, si conduces una deportiva, tendrás que luchar de continuo con su incitación a correr, porque el trazado y el asfalto se presentan como una pista de serpenteo suave que se abre paso hasta la gran llanura.

Al concluir esta ruta en Puertollano, o al empezarla por allí, según se mire, encontraremos la gasolinera Shell en el Km 195 de la N-420 (horario de 6 a 22), como punto ideal de repostaje, para la vuelta a casa o para arrancar la ruta. Luego, la opción probablemente más empleada sea la cómoda salida hacia Ciudad Real a lo largo de la A-41.

El descanso del motero

El Coto de Quevedo 926 359 200 [email protected]

Habitaciones con estilo y carácter en el Coto de Quevedo

Junto a la localidad de Torre de Juan Abad y a 19,3 km de nuestro punto de partida, nos sale al paso el camino con portada que lleva hasta El Coto de Quevedo un hotel rural de nueva factura y notable nivel que, aunque el grueso de su clientela tenga su interés puesto en la caza, se presenta como campamento base ideal para el motorista que pretende atacar la ruta que le proponemos en este capítulo de nuestra serie. Y es que el comedor del Coto de Quevedo, ambientado por una gigantesca chimenea construida a la antigua usanza, sin paredes y tan sólo con el enorme sombrero de su tiro sobre el fuego, más que acogedora, sin duda le resultará entrañable a su llegada, con el cuerpo y la mente cansados de la ruta, tras pelear arduamente con el viento sempiterno de La Mancha, si es que no llega aterido por el frío que cae con la severidad del hielo sobre la tierra rasa.

Construido en 2005, y abierto durante todo el año a partir de 2010, cuenta con 14 habitaciones que ofrecen un total de 28 plazas disponibles para sus clientes, a un precio para cada estancia que oscila entre los 60 y los 75€ (con desayuno) a lo largo de la temporada. Al margen de su aspecto más acogedor, el Coto de Quevedo basa su principal reclamo en una cocina minuciosamente elaborada, con una carta compuesta por una estudiada selección de platos:

Desde el de paté de perdiz con mermelada de frutos rojos hasta sus croquetas caseras con una masa tan exquisita como particular, o desde la ensalada, también de perdiz, con pimientos horneados de la tierra, hasta el cordero asado con un relleno especialmente estudiado para contrastar distintos sabores; eso por no mencionar su postre estrella que representa toda una impronta de la casa: Las Milhojas de crema madame con una masa de elaboración propia.

Pero, en cualquier caso, sentarse después de cenar sobre uno de los sofás del Coto de Quevedo para leer un buen libro, o para mantener una placentera conversación frente al fuego de la gran chimenea, constituye un verdadero deleite para sibaritas que, como pocos, el motorista sabrá apreciar antes de volverse a enfrentar a la carretera. Luego, por la mañana, el silencio sepulcral que ha acompañado nuestro descanso y que cubre la inmensa comarca durante toda la noche saludará nuestra partida rumbo hacia el Sur.

El Molino de la Nava 957 33 60 41 [email protected]

El Molino de la Nava

Una almazara construida en el siglo XVIII, en medio del olivar, tal y como se hacía en aquellos tiempos de El Barroco, dadas las limitaciones que imponían los precarios medios de transporte de la época, a base de caballerías y carromatos.

En la década de los cincuenta, el molino quedó abandonado, ya que los recursos para llevar la oliva recolectada permitieron entonces construir las grandes almazaras actuales junto a las amplias vías de comunicación. A principios de los noventa, el Molino de la Nava se reacondicionó para que, hace ahora diez años, se inaugurara como el hotel rural de primer nivel del que podemos disfrutar hoy día.

El respeto al aspecto original de la construcción y la sobriedad, tanto en la decoración como en la iluminación de todas las estancias, crean en el establecimiento una atmósfera de sosiego que raya en la paz absoluta, cuando uno termina por apreciar el sólido silencio que preside el paraje casi a cualquier hora del día y por descontado de la noche. El patio central, conservando idéntico el formato primitivo, representa un testimonio histórico que nos hace concebir con facilidad una idea de cómo eran los orígenes olivareros de la comarca que produce el aceite de mayor reconocimiento mundial, al tiempo que nos deja levitando los sentidos con la nota de color que muestran los árboles frutales y los juegos musicales de los pajarillos que pasan en vuelo rasante sobre las baldosas de un ladrillo ancestral.

Restaurante: En el comedor, instalado en el propio corazón del antiguo molino, con su prensa y con sus tinajas originales, no nos costará imaginar la mirada vigilante del capataz, situado sobre un alto y en el rincón que ahora podemos ver elevado por encima de toda la estancia. Allí el trato, tan exquisito como profesional, el mimo del servicio y la entrañable cercanía con la que se ofrece y se posa sobre la mesa cada vianda, cada plato, hace que la carta de su restaurante cobre una valor añadido, tal vez inesperado, pero en cualquier caso muy apreciado por el motorista que da allí con sus huesos después de sufrir la paliza de la carretera. Una carta que ofrece una cuidada selección culinaria, que empieza por su menú de degustación de 35€, con 8 platos y 2 postres, más un marinaje de vino. Además de esta promoción, por así llamarla, la cocina del El Molino de la Nava nos puede servir suculentos bocados como la carrillada estofada, el lomo alto argentino, el bacalao a la brasa, el solomillo de cerdo ibérico al oloroso o la mazamorra, plato autóctono semejante al salmorejo, que no una derivación del mismo.

Al despertar, un concierto de pájaros nos da la bienvenida al nuevo día, y al abrir la ventana, la bandada sale de estampida con un vuelo serpenteado sobre el olivar. Una manera bucólica como pocas de saludar el día y de preparar al motorista para la partida, justo después de acumular fuerzas con un desayuno sencillamente pantagruélico, si es que se tiene buen saque.

La Moto

Desde que nos subimos por primera vez a la Ducati Multistrada 1200 Enduro en las instalaciones de Ducati Madrid, te das cuenta de que vas subido sencillamente en la moto total, en esa piedra filosofal que buscan todas las marcas desde hace tres o cuatro décadas. Y es que para esta versión más off road de su Multistrada, Ducati no se ha limitado a montar unas llantas de radios y a estirar las suspensiones de su versión S, si no que ha hecho otra moto que incluye nada menos que 260 componentes diferentes de la versión más asfáltica. Con ella, sin duda la marca de Bolonia ha dado un paso gigante para posicionarse como referencia actual en el competido segmento de las maxitrail.

Lo cierto es que a la hora de hacer esta ruta, tuve la oportunidad de apreciar las valiosas aptitudes de esta Ducati Multistrada 1200 Enduro en diferentes escenarios, particularmente, sobre el asfalto jabonoso de Cazorla, continuamente impregnado por la niebla llorona que cubría toda la carretera ese día. En ese tramo, todo era cuestión de seleccionar el modo “Touring”, y dejar que la electrónica se encargase de hacer aun más firme el control que ya de por sí ejercemos sobre la moto con una posición erguida y conduciendo un manillar ancho. También me sirvió como excelente test el disfrute en la carretera de Cardeña, incitante por su asfalto impecable, pero retenido por su escasa visibilidad, donde la suspensión electrónica de la Multistrada Enduro me recolocaba la moto tras alguna colada al cerrarse cualquier curva de improviso.

El trabajo de la tierra, seña de identidad de La Mancha

Una mención especial, después de esta experiencia, a la protección que ofrece la amplísima ergonomía del depósito bajo la lluvia y sobre el tedio de la autovía, con un efecto tan válido como el de un gran carenado. Por añadidura y como colofón para esta ruta, y en realidad para cualquier otra, el extraordinario margen que te ofrecen las maletas, que con nada menos que 50 litros cada una, más los 20 de la bolsa sobre depósito, dan a la Multistrada Enduro la capacidad, prácticamente, de un automóvil utilitario.

Apunte dinámico

Al salir, conviene tantear la moto con su nuevo peso y comportamiento en las primeras rotondas. Si llevamos bolsa sobredepósito, entenderemos mucho mejor por qué los pilotos comentan que no pueden ir a fondo durante las primeras vueltas de carrera, debido al efecto que produce el tanque lleno sobre las inercias de la moto.

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