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De la Sierra Pobre a los Pueblos Negros

Fotos: T. Pérez
Te presentamos una ruta que contiene los contrastes entre el verde pardo de las hayas y la austeridad de la pizarra más rústica, empleada para techar la piedra. Una ruta con parajes insólitos como el que cruza la conocida como “Muralla China”, o lugares que se antojan tan remotos como Majalrrayo que sirvió de escenario a un anuncio que los evocaba. Una ruta no tan conocida como debiera que descubrimos para ti.

La ruta

En esta ruta, la Capital de España se presiente como una gran sombra sin llegar a nombrarla, precisamente por lo obvia que resulta. Así es que, si tiene a bien el lector, podemos arrancar fuera de ella, y partir desde la gasolinera Shell situada en Alcobendas, sobre la Carretera M-603, en el km 14,900. Partiendo desde este punto, la ruta comprenderá un total de 256 kilómetros. Así pues, remontaremos a lo largo de la A-1 hasta que veamos elevarse a nuestra izquierda la Sierra de La Cabrera, un conglomerado monumental de piedras prehistóricas con la imponente pared que muestra su Pico de La Miel, mirando al Sur, como un receloso vigilante que custodia la entrada al Valle del Lozoya.

Un río Lozoya, que siente correr por su cauce unas aguas cristalinas, tan valiosas como un tesoro vivo de la ecología madrileña, y que cruza un escenario diseminado por piedras pardas y desnudas que nos deja junto a él, y a 78 km de Madrid, una población con su seña de identidad tan exclusiva que podemos adjetivar como espacial. Es allí, desde Buitrago del Lozoya, a partir de donde verdaderamente comenzamos a internarnos en los parajes de la conocida como “Sierra Pobre de Madrid”.

En detalle

Tramo 1: Buitrago – Montejo de la Sierra

Distancia: 16,5 km Trazado: Mixto rápido retorcido Firme: Bueno Agarre: 7 en seco / 6,5 supuesto en mojado

Buitrago del Lozoya, una ventana que se abre al cosmos a través de sus parábolas de seguimiento, en las primeras rampas de la sierra, y que sirve de puerta a nuestra ruta, para tomar la M-137 hasta Montejo de la Sierra, un pueblo con aire de montaña, de estética primorosamente cuidada, que ofrece todos los servicios al excursionista, senderista, ecologista o a cualquier curioso de la naturaleza.

Tramo 2: Montejo de la Sierra – Hayedo de Montejo

Distancia: 7,7 km Trazado sinuoso pero no retorcido Firme: Bueno Agarre: 8 en seco / 7 supuesto en mojado

En este tramo hay que poner atención tanto al ganado vacuno como a su rastro sobre el asfalto. En lo alto del puerto de El Cardoso podemos tomar la instantánea de un panorama natural y solitario, en el que llega a escucharse nuestra respiración, si logramos quedarnos quietos, sin roces de nuestro traje de cordura. En la bajada, a nuestra izquierda podremos contemplar un esquinazo del Hayedo de Montejo, una joya botánica que mima la Comunidad de Madrid con visitas contadas y prefijadas. A continuación, el paso sobre el río Jarama marca el fin del descenso y el cambio de comunidad autónoma, así como del nombre de la carretera, GU-187, ganando la calzada un metro de ancho.»

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Tramo 3: Hayedo de Montejo-El Cardoso de La Sierra

Distancia: 8,7 km Trazado: sinuoso – rápido Firme: Bueno Agarre: 7 en seco / 6,5 supuesto en mojado

Si hay una nota que marque estos parajes es la Soledad. Aquí el motorista de Vitrubio, ese sujeto solitario que vive La Moto como el hombre del Renacimiento, toma su protagonismo con la sensación de internarse en un viaje que no le va a llevar a ninguna parte, al mismo tiempo que profundiza en su interior más trascendental. En el Km 14, el asfalto pierde calidad repentinamente y el trazado se retuerce sobremanera para pasar sobre un cauce.»

peligro

Tramo 4: El Cardoso de la Sierra-Corralejo

Distancia: 8,7 km Trazado: mixto sinuoso-rápido Firme: Bueno Agarre: 7,5 en seco / 6,5 supuesto en mojado

El paisaje continúa siendo prácticamente idéntico, con una tímida arboleda, mostrando un panorama austero que da todo el sentido al nombre de Sierra Pobre con el que ha quedado marcado en los mapas. Hay que hacer hincapié nuevamente en las boñigas de vaca, debido a su llamativa proliferación sobre el asfalto.»

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Ruta Pueblos Negros 78

Tramo 5: La Muralla China. GU-194 (Entre Corralejo y Camplillo de Ranas)

Distancia: 2 km (aprox.) Trazado: Ultra retorcido Firme: inédito y abrupto Agarre: 6 en seco, 6 supuesto en mojado

Hacemos un apartado independiente para este particular tramo, que está integrado dentro del recorrido comprendido entre El Cardoso y Capillo de Las Ranas, y que representa todo un mito entre los ruteros de la Zona Centro. Se trata de un paraje irreal, tan cerca de Madrid, que parece haber sido extirpado, como un capilar, de otro continente para justificar su apodo. En un paso de apenas 2 kilómetros, esta vía tan singular se levanta como un muro para algunos principiantes. Sin embargo, debe de serlo más bien por la leyenda que han creado otros. Sí, otros que quizá fijaron mucho más su atención en los vacíos que se abren en los márgenes, que en la verdadera dificultad de este tramo, una complicación que no va más allá de las que puedan presentar algunas callejuelas antiguas y empinadas o el acceso a algunos garajes. En cuanto al firme, construido en un hormigón estriado e insólito como una pista de sal, procura preservar el agarre en los meses más duros del invierno.

Tramo 6: Corralero- Capillo de Las Ranas

Distancia: 9,2 km Trazado: Sencillo Firme: Muy roto al principio Agarre: Variado 2/6 en seco, 2/6 supuesto en mojado.

Acabamos de dejar la Sierra Pobre para entrar en el territorio de Los Pueblos Negros, y el primer tramo que aparece, justo después de abandonar el hormigón de La Muralla China, sí que resulta realmente delicado por la proliferación de sus boquetes, e incluso comprometido por la abundancia de gravilla, sobre todo en alguna de sus bajadas. Muy pronto, el firme mejora notablemente, el agarre también, y el trazado suaviza sus curvas notablemente.»

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Tramo 7: Capillo de Las Ranas-Majaelrayo

Distancia: 11,7 km Trazado: rápido Firme: aceptable Agarre: 6,5 en seco, 6 comprobado en mojado.

Merece la pena desviarse apenas 7 u 8 kilómetros de la ruta para visitar Majaelrayo, la que pudiéramos llamar “Capital de Los Pueblos Negros”, que se asienta bajo la sombra del Ocejón, un gigante que supera los dos mil metros para erigirse en la cumbre de la Sierra de Ayllón. Majaelrayo da una idea de apartamiento tan perdida que sirvió de escenario hace algunas décadas a aquel anuncio, tan divulgado entonces, de un coche todo terreno: ¿Y el Madrid qué? ¿otra vez campeón de Europa?, tal y como preguntaba un anciano aborigen de esta localidad, que lamentablemente ya falleció hace algunos años.

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Tramo 8: Majaelrayo-Tamajón

Distancia: 23,5 km Trazado: curvas enlazadas (6 m ancho) Firme: Bueno Agarre: 7 en seco, 6 comprobado en mojado

Se puede tomar desde Majaelrayo la dirección hacia Cantalojas por una pista de tierra, con un firme tan excelente que uno corre el peligro de animarse con el gas y olvidarse de que va pisando tierra. Su longitud es de 21 km, y nos llevaría a adentrarnos en tierras del río Sorbe, para poder prolongar la ruta hacia Sigüenza. Pero aunque no haga falta, ni mucho menos una trail, queremos que nuestra travesía por la Sierra Pobre y por los Pueblos Negros sea puramente de asfalto, por lo que pondremos rumbo hacia la Capital de la Alcarria.

El paisaje muestra en este tramo una especie de páramo ondulado, con una vegetación superviviente que termina de pintar un escenario más allá de lo hostil, que invita a mantener esa soledad introspectiva que traemos con nosotros desde la Sierra Pobre.

En el Km 22 del tramo, una coqueta ermita se presta a posar ante nuestra cámara, lo mismo que la Iglesia de Tamajón, más grande y no por ello menos vistosa, que encontraremos justo a la entrada de la población.

Tramo 9: Tamajón-Guadalajara

Distancia: 50,9 km Trazado: Sinuoso y rápido. Firme: Bueno Agarre: 6,5 en seco, 6 comprobado en mojado

A partir de este punto, el panorama se abre para ofrecernos un amplio horizonte de La Alcarria, cubriendo todo nuestro frente, con un gigante rosado y sin cabeza, que poco a poco va tomando protagonismo a nuestra izquierda. El Pico de la Muela se alza junto a Humanes, con su cima aplastada, como una plataforma elevada, para reunir a los amantes del parapente y similares desde que existen estas prácticas.

Un tramo con protecciones para motoristas, en el que encontraremos a diez kilómetros antes de llegar a Guadalajara, una oportuna estación de servicio de la compañía Shell, lo mismo que en la propia capital alcarreña, cualquiera de las dos gasolineras nos resultará ideal para repostar, terminando la ruta holgados de combustible

Tramo 10: Guadalajara-Almoguera

Distancia: 57,8 km Trazado: Sinuoso y rápido. Firme: Excelente Agarre: 7,5 en seco, 6,5 supuesto en mojado

Debemos de cruzar Guadalajara, prácticamente, por el centro en busca de la N-320, tomando de inmediato la dirección a Chiloeches por la CM-2004. Al acercarnos a la simpática localidad, con uno de los motoclubes más activos y entusiastas, la carretera dibuja una serie de meandros en su ascensión continua por el terreno, que se prolonga durante algún kilómetro más, habiendo dejado Chiloeches más abajo. Tomamos altura y ganamos perspectiva sobre el panorama que nos muestra, un poco más adelante, el corredor del Henares, adivinándose alguna de las edificaciones periféricas de Alcalá de Henares, la Ciudad Complutense.

Al coronar, la ruta endereza sus trazados, salvo en algún escueto tramo, incluso al cambiar de carretera para tomar la CM-2029, en una rotonda justo antes de llegar a Mondéjar. Y esta CM-2029 es la que nos deja finalmente en la puerta de Almoguera, para atravesar la población y encontrar allí, a la derecha, nuestro lugar elegido para el merecido descanso del motorista.

El descanso del motero

El Molino de los secretos Tlf: 606 832 868

Ruta Pueblos Negros Molino de Almoguera 3

El pueblo aparece casi inesperadamente, en la bajada de una depresión, y después de ver desfilar casas y calles por nuestra derecha, encontramos un indicador que nos guía por un paso breve hasta nuestro destino.

Lo alcanzamos por la espalda y de frente a su cancela. La perspectiva que nos ofrece la entrada resulta discreta, y un tanto escondida, por lo que no podemos hacernos una idea de cómo es este molino remodelado y adaptado hasta que no damos media vuelta completa a la edificación.

Es entonces cuando podemos contemplar la fachada principal que mira al frente sobre la depresión que abre el cauce de un arroyo estéril que no llega a divisarse. Y a los pies de esa fachada rosada, una de las joyas de este descanso paradisíaco para el motorista: su terraza, acotada a un lado por las antiguas piedras molares, base del trabajo que dio origen al edificio, y al otro por una cuidada pradera del césped más verde y tupido. Árboles variados*, frutales y alguna rareza tan particular como para ver crecer flores rosadas sobre su propio tronco.

Envolviendo a esta terraza, la luz toma un tono especial tanto en el atardecer como durante la propia noche, con la luna colgada allá arriba, sobre la oscuridad que media entre nuestro satélite y los farolillos que iluminan suavemente ese espacio relajado y tan placentero, que nadie como el sufrido de la ruta sabrá valorar.

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Al cruzar el umbral que nos da paso al interior, nos vemos invadidos de inmediato por una sensación acogedora, tan marcada y mantenida a lo largo de pasillos y estancias que lleva al motorista un punto más de eso, para resultarle sencillamente entrañable. El mimo y el detalle con el que ha sido elegidos cada mueble y colocados todos los enseres no representan otra cosa que la muestra del cariño y la ilusión con los que la familia que regenta El Molino en la actualidad emprendieron el proyecto hace menos de un año, cuando el estado de la edificación, tanto en su exterior como en sus estancias, lo mismo que el de su propio entorno, era tan ruinoso que deprimía el ánimo de los lugareños.

Y es que el Molino representa un emblema de Almoguera. Todo el pueblo, de una manera o de otra, ha tenido alguna relación con él a lo largo de su vida, y todo el pueblo se sintió implicado, de alguna forma, felicitándose de la reconstrucción que nos permite contemplarlo y disfrutarlo con el espléndido aspecto que ofrece en la actualidad.

La moto

Ducati ha querido recuperar con esta nueva SuperSport el sentido de la deportiva de siempre, la deportiva de las salidas y también la deportiva de las excursiones; y desde luego que esta ruta ha servido como ninguna para hacer la prueba de este aspecto que se perdió hace ya tiempo en las doble erre que copan el mercado para servir como base a una moto de circuito, o, directamente, a las categorías de Superstock o Superbike de los distintos campeonatos que se disputan en todo el planeta.

La posición de esta Ducati SuperSport nos permite hacer muchos kilómetros sin cargar con esa pesada sensación de ir agarrados al eje delantero: Las piernas quedan dispuestas de una forma aerodinámica, sí, pero con una postura muy natural, el tronco va inclinado lo justo para acercarnos a la penetración del carenado en el viento y las manos y los brazos quedan con suficiente libertad para movernos en carreteras estrechas y bacheadas, negociando las irregularidades que vamos encontrando con una libertad que no te puede ofrecer ninguna otra deportiva.

Ruta Pueblos Negros Shell

La prueba de fuego quedó representada en el paso por la “Muralla China”, donde no tenía ninguna duda de que la SS se desenvolvería con suficiente soltura, como así fue. El radio de giro, dentro de unas medidas racionales, y sin pillarte las manos con el carenado al girar a tope, permitía doblar en las retorcidas revueltas peraltadas de este tramo sin llevar el corazón en vilo pensando, por ejemplo, que la dirección haría tope en cualquier momento y, desde luego, sin necesidad de echar mano de ninguna maniobra extra. Luego, en el paso por ese tramo comprometido que queda descrito, con su gravilla y con sus baches, el brazo de palanca que ofrecen los semimanillares de la SS, elevados sobre la tija superior, permitía pisar sobre un firme tan delicado con la dirección mucho mejor controlada que en una doble erre cualquiera, con los puños cogidos por debajo de la tija.

Para rematar, el paso por la autovía, o lo que es lo mismo, el escenario más tedioso para el motorista en general, se lleva con una naturalidad tal que nuestro cuenta kilómetros mental corre de otra manera bien distinta que la que marcaría sus cifras si fuésemos subidos en cualquier otra deportiva del momento.

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