La vida puede ser paradójica y cruel. Después de llevar años arriesgando al límite en circuitos que no eran en su mayoría más que carreteras enlazadas con sus farolas, árboles, casas… un camión se salta un stop y acaba con uno de las grandes figuras del motociclismo. Un día como hoy de 1981 Mike Hailwood fallecía como consecuencia de las heridas sufridas en un accidente de tráfico dos días antes en que también moría en acto su hija Michelle. Afortunadamente, su hijo David sobrevivía al desastre y hoy en día es uno de los grandes conservadores del legado de su padre.
Pero volvamos más atrás, a los hechos que consagraron a Hailwood como un referente del motociclismo. A diferencia de otros grandes pilotos de la época, como nuestro Ramón Torras sin ir más lejos, la posición de partida de Hailwood fue mucho más desahogada. Su familia contaba con recursos suficientes para que Mike pudiera competir en moto algo que comenzó a hacer con 17 años. Ya en sus inicios, en los que competía en varias categorías, mostró ser competitivo logrando victorias en todas las categorías en las que competía.
En 1958, es decir un año más tarde de haber arrancado su aventura en la competición, Stanley Michael Bailey Hailwood, su nombre completo, participaba en el Mundial de Motociclismo debutando en la Isla de Man en la categoría de 250 c.c. donde además consiguió su primer podio. Aquel año compitió en Grandes Premios de 125, 250, 350 y 500, logrando dos podios más al acabar segundo en el GP de Suecia de 250 y tercero en el mismo Gran Premio pero en la categoría de 350.
Estaba claro que, además del potencial económico, había un potencial deportivo extraordinario. Esto se confirmó solamente un año después, cuando en 1959 se hizo con su primer título mundial, el de 125. Además, siguió compaginando categorías y marcas en un escenario que hoy se antoja complicado por aquello del marketing (además de la prohibición reglamentaria). El 60 no fue un gran año para Hailwood, que solo pudo sumar dos podios en 500, pero en el 61 logró otro título, el de 250 con Honda y proclamándose subcampeón de 500 con cambio a final de temporada de Norton a MV Agusta.
En 1962 lograba su tercer título mundial y primero de la categoría reina de la mano de MV Agusta con quien acabó tercero también en 350. Además, fue quinto en 125. Imagina la diferencia de referencias, trazadas, sensaciones entre motos tan dispares y aun así ser competitivo con todas ellas…
Su unión con MV Agusta le sirvió para revalidar el título de 500 en 1963 a la par que luchó por el de 350 para ser subcampeón. En 1964 y 1965 logró ser el amo y señor de 500, logrando los dos títulos en juego y, además, en el ’65 el último de Hailwood en la categoría reina. Para el año siguiente (1966) llegó lo que parecía un desafío extra, pilotar una Honda. Se puede considerar que su aventura fue un éxito y consiguieron los títulos de 250 y 350 además de ser subcampeones de 500. Precisamente de aquellos años es la anécdota de unos muelles que acabaron en el lago de Suzuka porque al bueno de Mike no le agradaban…
En 1967 se repetía el guión y Hailwood arrasaba en 250 y 350 para lograr su octavo y noveno título mundial mientras que en 500 volvía a ser subcampeón. Y entonces, cuando parecía que Hailwood podía seguir cosechando títulos a placer junto a Honda llegó la decisión de los japoneses de abandonar el Campeonato del Mundo de Motociclismo de cara a 1968.
Así pues, Hailwood siguió los pasos de John Surtees y terminó de cambiar las dos por las cuatro ruedas y es que mientras luchaba por los títulos años atrás ya había tenido escarceos con la Fórmula1. Su carrera en la F1 no fue tan exitosa como en las motos, pero sí logró estar entre los mejores y alcanzar el podio. Además, llegó a subir al podio en las 24 Horas de Le Mans y en 1972 se proclamó Campeón de Europa de F2.
Retirado de las motos y de la F1 después de un grave accidente en 1974 en Nürburgring, Mike Hailwood sorprendió a todos al regresar a la competición en 1978. El lugar, el IOMTT, donde era el piloto a batir y donde cimentó parte de su merecida fama. Así pues, regresó y se anotó la victoria en la categoría de Fórmula 1 (de motos, no de coches) después de 11 años retirado llevó aquella Ducati 900SS del concesionario Sports Motorcycles a lo más alto del podio en una de las actuaciones más aplaudidas y recordadas del TT. Un año más tarde y sobre una Suzuki RG 500 de 2T, recordemos que la carrera deportiva de Hailwood fue con mecánica 4T, sumó su último triunfo de 14 en el TT en la categoría de Senior TT.
Después de aquellas dos impresionantes y recordadas actuaciones, Mike «The Bike» Hailwood colgó definitivamente el casco para abrir un concesionario de motos en Birmingham junto a también expiloto Rodney Gould llamado «Hailwood y Gould». Cuando Mike Hailwood se disponía a disfrutar de una vida más relajada, aquel camión acabó con los planes de futuro de un Mike que el próximo 2 de abril hubiera cumplido 80 años. Eso sí, nos dejó su legado, sus increíbles historias y una frase «por amor al deporte» de la que hizo gala toda su vida y que fue mucho más que un eslogan, pues como reconocían sus rivales siempre que fue necesario les ayudó.