Quien haya podido ver a Jordi Torres hablando ante los medios rápidamente se habrá dado cuenta del carácter abierto y jovial del piloto catalán. Cuando se le conoce más de cerca, Jordi es todavía más extrovertido y divertido, una persona cercana a quien se acerca a él y todo un «quemado» de las dos ruedas. Es por eso que este fin de semana, al hacerse con el título del Campeón de la Copa del Mundo de MotoE han sido muchísimas las personas que se han alegrado del triunfo del «81» en una de las temporadas que pintaban más inciertas para él.
Después de varias temporadas sufriendo con monturas nada competitivas en el Mundial de Superbike y de quedarse sin equipo casi en el último momento para 2020, Jordi afrontaba un triple desafío: por un lado debutar en MotoE con el equipo de Pons, por otro regresar al Campeonato de España con Laglisse y, como colofón, correr en el WSBK con la nueva Honda en Althea. Luego llegó el COVID-19, las cancelaciones, los aplazamientos… y Jordi tuvo que renunciar al WSBK para centrarse en MotoE y el ESBK.

Así pues, al haber firmado primero con Pons la «distribución» de las carreras era clara y MotoE era el objetivo. Si alguna carrera coincidía entre MotoE y ESBK se daba prioridad a la categoría de las motos eléctricas. Así pues desde Jerez Jordi comenzó con el claro objetivo de luchar por los podios y las victorias, algo que ha ido dejando patente en cada fin de semana de competición en una temporada que ha acabado con el título logrado en Le Mans.
En Jerez arrancó con la sexta posición, mientras que una semana después en la misma pista pero con la denominación de GP de Andalucía lograba el primer podio del año, una segunda posición que lo ponía al nivel de los más experimentados pilotos de la categoría. En San Marino la cosa ya se ponía más seria y es que en la primera carrera lograba la cuarta plaza mientras que en la segunda, siete días después, volvía al podio. Esto sumando a los resultados de sus rivales le hacía llegar con opciones reales a Le Mans para luchar por el entorchado.
Y llegó el GP de Francia y sus condiciones delicadas, y en suelo galo Torres sacó el arsenal para vencer la carrera del sábado. Con ello solo dependía de él para lograr el título el domingo, ya que con acabar octavo sería campeón independientemente del resultado de Dominique Aegerter y Matteo Ferrari. Así, aunque la carrera del domingo fue tan compleja o más que la del sábado, Jordi supo gestionarla para acabar sexto justo tras Aegerter y Ferrari, a quienes estuvo controlando. De esta manera lograba el título en su temporada de debut.

Pero 2020 no ha acabado para Torres, que este fin de semana en el Circuito de Navarra tiene ante sí otro desafío como es intentar recortar las diferencias con otros dos titanes del motociclismo nacional, el también ex-mundialista Román Ramos que es líder de la general del ESBK y el incombustible pluricampeón Carmelo Morales. Eso sí, en este caso las matemáticas están contra Jordi, al que separan 76 puntos de su amigo y rival Ramos cuando solo quedan 100 en juego. Así pues será difícil que Torres tenga opciones reales de conseguir el hito de ganar un campeonato de motos eléctricas y otro de motos de combustión el mismo año. Lo que sí ha hecho es ganar carreras con ambas monturas en la misma temporada y en fines de semana de competición consecutivos, pues ganó en Jerez con la CBR1000RR-R y la siguiente vez que compitió fue con la MotoE en Le Mans dos semanas más tarde. Algo al alcance de muy pocos pilotos.