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Barber Vintage Motorsports Museum: bienvenido al paraĆ­so

Fotos: CRM
ĀæTe imaginas tener tantĆ­simo dinero como para permitirte comprar todas las motos que quieras? Pues en las afueras de Birmingham, Alabama (USA) hay un tipo que lo tiene. Se llama George Barber y desde 2003 es el dueƱo del museo motociclista mĆ”s completo del mundo.

El Barber Vintage Motorsport Museum es un edificio de nada menos que cinco plantas, junto al que nos encontramos un precioso e inmaculado circuito de velocidad de 3.8 kilĆ³metros de longitud, que a lo largo del aƱo se viste de gala en no pocas ocasiones para realizar presentaciones a la prensa especializada norteamericana de nuevos modelos de motos y automĆ³viles.

En su interior estĆ”n expuestas unos 900 ejemplares de 143 marcas diferentes, procedentes de todos los rincones del mundo, entre las que encontramos desde pequeƱas monocilĆ­ndricas clĆ”sicas hasta modernas superbikes de serie, pasando por toda clase de motos de carreras (con y sin pedigrĆ­), straitghliners cazarrĆ©cords, custom bikes, o piezas exclusivas de colecciĆ³n de incalculable valor de las que ni tan siquiera sus propios fabricantes (si es que todavĆ­a existen) guardan algĆŗn ejemplar como recuerdo. Con el tiempo se irĆ”n sumando otros cuantos de cientos de motos mĆ”s, que por el momento esperan en el sĆ³tano a que la legiĆ³n de especialistas que trabajan en Barber terminen su completa restauraciĆ³n para deleite de los mĆ”s de 100.000 visitantes que reciben anualmente. Y cuando digo “restauraciĆ³n” no me refiero a un simple lavado de cara para que queden bonitas, sino a dejarlas en perfecto orden de funcionamiento, no vaya a ser que al jefe le dĆ© por probar alguna antes de que ocupe su lugar en un display o en las impresionantes columnas verticales que llegan hasta el techo, y la moto no funcione correctamente.

George Barber se acercĆ³ al mundo de la moto relativamente tarde. Su enorme fortuna procede del sector inmobiliario y de una empresa familiar de productos lĆ”cteos, y antes de quedar seducido por el mundo de las dos ruedas coleccionaba, pilotaba y restauraba Porches. Su aficiĆ³n a las motos llegĆ³ cuando uno de sus empleados le regalĆ³ una Victoria de 1950. A Barber le gustaban los coches, pero tener tan a la vista los motores, las suspensiones, y todos los detalles de ingenierĆ­a capaces de hacer funcionar una moto le pareciĆ³ tan excitante que con 60 ā€œmilloncejosā€ de nada que le sobraban comprĆ³ las 280 hectĆ”reas de terreno para crear lo que lo que Ć©l describe como un regalo para la ciudad en la que naciĆ³ y se criĆ³.

Las cinco plantas del edificio estĆ”n unidas por una rampa, ademĆ”s de por un ascensor central, y muchos de los objetos allĆ­ expuestos se agrupan en exposiciones temĆ”ticas que aunque no estĆ©n conectadas cronolĆ³gicamente entre sĆ­, se combinan perfectamente para explicar la historia del desarrollo de las motos, desde las primeras bicicletas con motor hasta las superbikes de Ćŗltima generaciĆ³n.

Si alguna vez visitƔis el gran sur de los Estados Unidos no podƩis dejar pasar la oportunidad de visitar esta catedral del motociclismo. La experiencia merece la pena.

MĆ”s informaciĆ³n en la Revista Xtreme Bikes & Cafe Racers Magazine

Expositor museo Barber Motorsports Park.

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